jueves, 5 de marzo de 2009

Bucéfalo

Ordené que pertrecharan mi jamelgo para el amanecer: partiría hacia oriente sin más dilación. Necesitaba sentir el mar cerca de mi, oler su sal en el aire, oir su estrépito contra la arena. Y fui amazona galopando sobre mi particular Bucéfalo. El viento de levante me hizo sentir una mujer fresca y pura de nuevo. Ya no me sentía la viuda conmovida y ojerosa que he sido por tantos lustros...y se escucharon mis cantos por la meseta castellana, y mi alma de doncella se alegró de los silvidos del viento y las sonrisas de las flores que aplaudian mis acordes de bello tono. Y fuí favorita discípula de Calíope. Cantos declamados por mi dulce voz en mi cercana mocedad.
Tras el extenuente trote llegué a una posada donde me harté con unas ricas preparaciones locales y donde platiqué con una antigua amiga de mocedad. Descanse, pue sestaba desfallecida tras tan severo viaje, y disfruté de la amistad que hace tiempo se me brindó. Y bebimos y comimos y llegó la hora del regreso. Sentíame satisfecha por visitar las tierras del la luz y del amor. Y aunque Eugene no es mi prometido ya, me siento orgullosa de sus ancestros y sus poblados llenos de belleza íbera.
Pronto volveré a ser mujer. Regresé a palacio extenuada pero contenta y dudé si acercarme a alguna fiesta donde gozar de la compañia de mancebos apuestos que holgasen zalamerias. Yací en el lecho y caí en un profundo sueño reparador.
Y amé la vida y amor el amor....aun el perdido.

No hay comentarios: