El divorcio

En una no lejana mañana de este mes del amor, Septiembre periodo de cosecha y tiempos de Démeter, una gran duquesa repudiada se despertó sola en su lecho. Era feliz tras días de angustia. Se sintió extraña pero pletórica, miró los rayos de sol en la fachada de enfrente y recordó a sus amigas. Agradecida una ventosidad cruzó la habitación libre y silenciosa.

De las desapariciones y misterios eleusinos

Cuando me percate de la transformación de Zeus en Hades no pense que esta su parte humana fuera a ser sacrificada en mi honor como pago a la humillación sufrida. Las diosas exigimos una compensación que ni el mismísimo padre de los dioses puede negarnos.
Las mujeres hemos sufrido siempre las trampas divinas, pero tan sólo una servidora ha sido honrada con el castigo autoimpuesto del dios de dioses.
Tal es mi ira, que el universo sabio en su existencia ha debido apercibir mi ira y transmitida esta por medio de un heirofante, apoyado por tres fofantes misteriosos, a la suprema deidad, esta presa de la culpa y el pánico hase pues exiliado a los ignotos mundos.
Curioso es observar como el hecho de que una servidora se haya visto flotando los cielos de las islas afortunadas y planeando en los mares que las rodean han desatado la demencia en aquel que es objeto de sus más atentos cuidados y mas delicados deseos.