lunes, 15 de diciembre de 2008

Mujer rota


Intenté por todos los medios no dar la noticia de la separación definitiva entre Eugene de Salvá y una servidora pero me temo que ahora es imposible acallar los rumores por más tiempo. Intenté, tras la terrible y traumática ruptura, olvidarme de aquel al que todavia entrego mi alma, y mi chichi, arrastrandome y dejándome ver por los antros de perdición de esta casquivana villa. Y como era de esperar triunfé. En tan solo unos minutos. Una es bella y eso no se puede ocultar. Pero el dolor que me atenaza el pecho, mis senos de dama, que me sofoca el alma no partió con los besos de otro hombre ni con su lecho palaciego con vistas a la Puerta del Sol.
Esta mañana, contemplando la luna desde sa alcoba me di cuenta de que mi corazón no estaba conmigo: estaba en el palacio de Eugene, pisoteado, desgarrado, abrasado entre dolor y reproches, entre pesadillas de celos y creacions monstruosas de su pasada experiencia y su imaginación de hombre inseguro anta la beldad etérea de su amada. Una amada que ya no tiene lágrimas para llorar la pérdida de un amor que vió como el último y verdadero. Ese amor tan bonito que te acompaña hasta la tumba.
Me equivoqué. Pero soy una Fresange y nosotras resurgimos como tórtolas fenix para seguir este penoso tormento del amor.
Ahora queridas amigas, tendré que reflexionar durante largo tiempo acerca de este tan terrible mi ultimo fracaso en aras del Amor. No debo hablar más acerca de lo acontecido.

No hay comentarios: