jueves, 6 de noviembre de 2008

Arte y canapés

Mi amiga Jeanette de Allison, de la cual me despedí alegremente con un efusivo beso a las puertas de su mansión, nos invitó a la fiesta de inauguración de una exposición de grandes mujeres de los ochenta. Estábamos todas las aristócratas, señoras y mujeres del Madrid interesante. Mis amigas Luteznia, Bañonçe, Pauline, Odile, Angelique y Suzzete estaban radiantes de colorines en un desfile de cucarachas negruzcas. Menos mal que la homenajeada, una tal Alice (fotógrafa ella), también se dejó llevar por la alegre paleta del arco iris y no por el color oscuro de la noche. Había mucha artista muerta de hambre deglutiendo canapés y trasegando excelentes caldos riojanos.
Nos sorprendió a nuestro grupo de mujeres la cantidad y fealdad de los tocados lucidos en aquel evento. Parecía compitiesen por el título de "artista peor peinada del año", aquellas que no luchaban por el de "pintora, fotógrafa o escultora devoradora de canapés del otoño", o aquellas empeñadas en alzarse con la banda a la "Peor vestida de la capital". De todos modos casi todas competían por los tres títulos a la vez. Espantoso.
Eso si: nuestra belleza refulgía con tal intensidad que Jeanette tuvo que apagar las luces de la sala en la que charlábamos alegremente una vez pudimos escabullirnos de nuestros admiradores, de los pedantes y de la fealdad ambulante.
Cuando dimos por finalizado el evento Luteznia y yo decidimos caminar por el viejo Madrid mientras reflexinábamos y departiamos acerca de lo extraño de la condición laboral. No somos mujeres a las que el trabajo nos atraiga: es el sino de las SEÑORAS. ¿Quizás seamos unas zanganas redomadas?, o ¿unas mujeres insensibles al beneficio de la actividad mercantilista?.
Disfrutemos de estos dias de crisis, esperanza, vino y rosas, chicas.

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