martes, 1 de abril de 2008

θεος Aνδρος

Mujer pérfida y malvada donde las haya. Hija de Belcebá, caprichosa ninfa de paciencia finita.
Como me sucede a menudo en lides amorosas me he precipitado en el juicio. Juzgué culpable de desidia y abandono a mi amado que tan sólo fué victima de la incompetencia de la tecnología moderna. No he de aburrios, amadas lectoras, con los enrevesados detalles técnicos pero habeis de saber que desafortunados eventos me condujeron a una conclusión equivocada, creando en mi frágil alma una imagen basada en el supuesto comportamiento de mi amado completamente erronea y cruel. ¿Por qué tengo que ser la impaciente Maria Antonieta de las relaciones amorosas?. ¿Por qué me arrastro como vil culebra para luego luego comportarme como una Helena Ceaucescu del amor?. ¿Acaso es mi amor un amor maldito?. ¿No gozo pues de la protección de Apolo y Afrodita?.
Tal miedo siento a la infidelidad que podría convertirme, ironicamente, en una víctima del castigo procurado por Megara por haber infringido yo misma, insegura mujer, el sagrado voto de fidelidad.
¡Habitantes del Averno!, ¡sapos y culebras!, ninfas y faunos, seres del mas allá y alguno del más acá, cariátides, .y demás fuerzas poderosas...yo, la Bella Solange os conmino a proteger mi amor que es sagrado como el fuego del Olimpo, y a favorecer este enlace ya protegido por Calíope.

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