lunes, 14 de abril de 2008

De amor y cólera (del latín amor, -ōris, y cholĕra del griego χολέρα)


Alégrome sobremanera al comprobar que Gordon ha decidido, por fin, seguir mi ejemplo y boicotear al pais innombrable. Espero que no seamos los únicos y el boicot se extienda a todo producto, persona animal o cosa proveniente de aquellas tierras salvajes y despóticas. Ni que decir tiene que todo aquello relacionado directa o indirectamente con aquel pérfido lugar, sea por residencia, (de caracter invasivo, no lo dudeis amigas mias) o por haber varado en esta nuestra amada costa, o por aterrizaje desafortunado, o cualquier otra razón ha de ser eliminado, boicoteado o cuando menos exterminado. Que el virus asiático que invade el mundo sea eliminado de la faz de la tierra cuanto antes. Alabados sean los dioses. Que la implacable Alecto (Άληκτώ) sea la encargada de librarnos de este virus repugnante y asqueroso de olor a repollo cocido.
Y mientras tanto el amor sigue creciendo en mi pecho y en su corazón como un alien devorador. O más bien como una bella escultura apolinea. El domingo, mientras paseaba por las calles de Madrid con mi amiga Ivette decidí mandar recado a mi amado de que no soportaba más su ausencia, de que las largas horas de separación acabarían por desgarrar mi corazón sino lo veía pronto. Mi amado, que por razones de alta responsabilidad me había avisado de la imposibilidad de concederme audiencia el domingo, se apiadó de mi pobre corazón y recibí recado de que me podía acercar a palacio a la hora cuarta. Mientras degustaba un sabroso vino dulce con mis amigas (Lorenza se había unido a nosotras en alegra compaña) no dejaba yo de mirar las agujas del reloj, nerviosa, temblorosa, expectante y exultante al encuentro de aquel a quien amo. Y gimieron las sábanas, cantaron nuestros pechos y mis pezones se convirtieron en lágrimas de amor. Y adoré sus ojos grises y sus labios que me procuran tanto placer. Y supe que las trufas que le regalé durante su convalecencia post argumosa, dadivosa yo, están surtiendo efecto. Mon ratpenat.
Así pues esta mañana la dediqué a ofrendar a Eros y Afrodita.

No hay comentarios: