martes, 19 de febrero de 2008

Y sus ojos la hechizaron

Aquel arrocero valenciano de ojos grises contistó mi amor. Debe ser el encanto de la chufa o el recuerdo al naranjo en flor porque sino no lo entiendo. Ayer, serena me dirijí a su guarida, la guarida del bandolero que ha robado mi corazón y por algun rincón lo tiene escondido para hacerme sufrir, y de paso para que no lo robe nadie más.
Resuelta a no caer en sus encantamientos entré en su cueva con la determinación de negarme a sus libidinosas ofertas. Poco duró mi empeño cuando sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Ni siquiera mi plan de escudarme en el cansancio y la falta de higiene me salvaron: me encontré desnuda y sola en la ducha en menos que canta un gallo. Luego se lo dije: "egues un ninphomaniac" como dijo una conocida mia muy parisina ella, y también le espetá cariñosamente: no puedo guesistigme a tus encantos. Semejante hombron español es irresistible a cualquier dama o gran señora y yo no será la excepción. Tras el encuentro carnal sugirió algo que me hizo infinita ilusión: pasar el finde viendo películas con palomitas y cervezas.
Eugenie de Salvá mon amour: je t'aime, je t'adore, mon coeur.

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