martes, 5 de febrero de 2008

Der Sonntag

No me acuerdo como empezó todo, aunque sospecho que la celebración del segundo aniversario del bar de unas amigas (traidoras ellas que no asistieron al evento, todo sea dicho) provocó la euforia que precedió a la decision de lanzarnos a los bares más travestis de Madrid. Eh voilá!!. Alli estaban las travestis glamurosas, los camareros inmigrantes e ignorantes de las artes hosteleras, los borrachos y aburridos, los hambrientos de sexo y de amor y nosotros cuatro. La petite Jerome, el gran Miguel Angel y su arte, Juanjo y yo. Y las travestis. Ah! si, y unas bollingas muy majas sureñas ellas. Todo un pupurrís de beldades y fealdades. Como siempre yo estaba radiante con mi pantalon viejo, la camisa sucia y mis gafas rotas: las travestis solo se fijaban en el paquete y una descarada Vicky Larraz hizo comentarios desde el escenario acerca de ello, la muy casquivana. ¡Siempre en el ojo del huracán Solange!. Menos mal que no lo tocó: esas garras pintadas que sirven de extremidades superiores y que acostumbran a mover como la bandera de un señalador de portaaviones me aterran. ¿Qué verán los hombres en semejante sucedaneo de las protuberancias asesinas de las aves rapaces?.
Total, que Vicky Larraz/Liza Mineli se enamoró de Juanjo, patente para todo el bar, Jerome fue increpado -como él mismo preveyó incluso antes de entrar en el garito- por tirar naranjas españolas en los 80, y Miguel Angel hizo migas con Rocio Jurado. A ninguno nos gustó Maria Jimenez por ordinaria y por enseñar unas bragas blancas que no le pegaban con el vestidito color pistacho de terciopelo. Yo, muy condesa y muy dicharachera como siempre congenié con las lesbis sureñas que me prometieron mandar las fotos del evento. Todavia estoy esperando.
Al final me fui a casa solo, pero era de esperar. Pense que el culo de Vicky era perfecto y que el cuerpo de hombre de Maria también. Como mujer era un vacón, pero como hombre más que apetecible, y en esto coincimos mis acompañantes y yo.
Ay!! se me olvidaba: habia una gorda hipoglótica que cantaba tonadas caribeñas y no consigo recordar su nombre. Al verla pensé que estaba en proceso de cambio de sexo o reasignacion de género (como se dice ahora más finamente) pèro luego me di cuenta que más bien se estaba acercando a la obesidad mórbida desde una gordura ostentosa. Aquellos pechos no eran de silicona: eran grasa pura. Tendría que hacer como los japoneses con las sandias y modelarlas segun va engordando con moldes adecuados a su torso. La cirujia plástica debe evolucionar.
Voy a ejercitarme...auf viedesen

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