miércoles, 3 de junio de 2009

Operación trikini



La súbita decisión que adoptó una servidora dias atrás de dejar el mundo de los placeres carnales para adentrarse en lo más recóndito de la espiritualidad divina empezó a manifestarse en la salida a la francesa que me vi obligada a ejercitar anoche en una soiré trés priveé des arrondisments de Madrid.
Acudí presta a la llamada de mi amiga Ivette y nuestras queridas comadres la Contesse Veuve de Valence y su prometido-divorciado-amante Jeromette le Gaulois. En el Vinagrette Club coincimos las bellas damas con otra dicharachera mujer hija de las estepas y los fiordos, una tal Fantástika, mujer entrada en años que no en carnes. Sea como fuere me vi de repente en la entrada de una mansión modesta donde un espejo de grandes dimensiones reflejó la belleza y la magnitud de mis posaderas. Asustada y compungida ante el tamaño y la belleza de tales partes traseras decidí usar polisón lo que queda de mes.
Sigo enamorada de Jean Paul y eso no se puede cambiar. Debo confesar y abrir mi corazón a todas mis ávidas lectoras y confesaré: recientemente, ha tres lunas mantuve una breve entreista con Eugene de Salvá. Su belleza mediterranea estuvo a punto de derrumbar los muros de mi determinación, y el magno ariete de su sonrisa pudo tirar la puerta de mi decencia y amor propio. Pero no fué así. Estoica, animada por Santa Putifer de Alejandría y la Virgen del Bó, ayudadas ambas sendas por mi devoción al Santo Cristo de la Braga Floja, conseguí controlar un desea que me devoraba por dentro. Y tan solo besé sus labios como matrona besa los de sus hijos.
Soy una atormentada mujer de pechos turgentes y cálidas entrañas que espera cuan Penélope su Ulises. Este Ulises que me manda palomas mensajeras con besos, guiños, preguntas y respuestas.
Oh Dioses del Olimpo!! Que el caliz de amor de mi amiga la Contesse Veuve de Valence sea saciado con las más ingentes cantidades de las más puras leches de burras y cebras aficanas, dacias y persas, y que mi amor se materialice en el mismo foro romanorum ante la presencia de toda a aristocracia y el populus romanorum al tiempo que celebramos las lupercalias.
¡¡¡Asi sea!!! O que el agua de la laguna Estigia ahoge mi vida que no merece el aliento sin el calor de Jean Paul a mi lado.

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