jueves, 21 de mayo de 2009

MI bello Jean Paul

El amor que sentía por el hombre de gafa dorada y espaldas de mamut se ha desvanecido ante las demandas de la plebe amorosa. Una vestal se debe a sus seguidores, y como encarnación de la justicia no puedo ni debo entregar este templo de sabiduria amatoria al hombre de las manos grandes y la sonrisa castiza.
Oh malhereux dieux de monde!! ¿Por qué castigais tan cruelemnte a una fielísima servidora? ¿Por que me presentais a un heredero digno de Héctor para luego arrebatarmelo ante mis cándidos ojos de mujer profundamente enamorada?. Mi pobre corazón gime, llora y se desgarra ante su mirada y su sonrisa. Me tiembla la voz y se em doblan las rodillas al tiempo que mi erectil miembro se muestra en todo su esplendor.
OH!! Malhadado Eugene, ¿acaso no eres tu el instigador de tan magno castigo y tan pérfida venganza?. Que las sierpes del más ponzoñoso veneno y los orcos más repugnantes sean la compañia de aquel porquido ser que inspira tan horripilante tormento a esta sacra persona.
Y que el buen juicio de los dioses hagan que Fortuna cambie de rumbo o he de morir de amor.

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