jueves, 9 de octubre de 2008

Mutilada


Siendo como soy una mujer "chemenda" -como dicen las dicharacheras riojanas- me presenté esta mañana en la consulta de mi doctor sin percatarme que me habia adelantado nada más y nada menos que una semana entera para la cita.
Pero tal era my excitement y la agonía de la castidad forzosa que, decidida y amenazante, me personé en el despacho de la secretaria. Con tan buena fortuna que el Doctor Brubru, un hombre con el que puedo hablar francamente y dar y recibir órdenes con toda confianza, se encontraba en aquellos momentos consultando algun historial de otra pobre mujer paciente: se trata de una consulta para damas unicamente.
Con gran celeridad le conté mi caso y rápidamente me pasó a su consulta sin necesidad de espera (una es muy convincente si se lo propone, y tremendamente perseverante). Sea como fuere tuve que exponer ante sus ojos escrutadores mis laceraciones, que ya no lo eran, ante el escrutinio de sus expertos ojos. El milagro se había operado. Es curioso como la amenza de biopsia obra milagros hasta en los cuerpos más debiles: los de mujer-mujer como yo. Sorprendidas por la cura, que yo achaco al amor incondicional demostrado de mi amantisimo esposo, negociamos la próxima visita de mujer a doctor para el próximo jueves. Esto es en el único caso de que la curación espontanea milagrosa no se haya consumado, o de que a mi me salga del chichi ir a platicar con el susodicho Hipócrates moderno.
Amigas: hay que cuidarse. No me cansaré de repetirlo. Ya sabeis que la alimentación y el ejercicio son los cimientos esenciales para esta regeneración neuropsicosocial que se produce en nuestros maltaratados organismos de mujeres capitalinas.
Sí, voy a comprar la cesta biológica que me recomienda una de vosotras.

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