lunes, 4 de mayo de 2009

Sacerdos Vestalis

¡Oh Vaginas de Roma!!
suplicad junto a mi a los magnos dioses del Olimpo
que nos concedan grandes vergas bárbaras.


Y mientras las sirvientas recogen nuestros objetos caidos y los gladiadores se exaltan ante la verborrea, el candor y la figura de las Grandes Matronas Vitalicias de Roma, el orbe rueda alado con la velocidad de un sapo culebrero trepando por el Parnaso, nosotras las favoritas de los dioses, las hijas de Afrodita, las más bellas, gozabamos de las grandes festividades de los Idus Beticae. Como Talía y Calíope fuimos deleite de todo ser afortunado de nuestra presencia.
No hubo, ni habrá, mejores augurios y presagios para tan bellisimas damas gestadoras, Venus Genetrix, Afrodita Urania y Afrodita Pandemos, crateras de belleza,...
Y quienes se opusieren a la dininización de nuestras sacras personas corren el riesgo de ser castigadas sin champú.

No se comportó ni la plebe ni la aristocracia como dos vulgares Tilio Cimbrio y Servilio Casca, las sirvientas obedecian agradecidas las órdenes que se les daban y aquella noche en el Quirinal fuimos la Contesse Veuve de Valance et moi meme, La Contesse de la Fresange, dignas hijas de Hera.
Et

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